Me encontré en la trilogía “Conversaciones
con Dios” de Neal Donald Walsh, que la educación a los hijos, debe tener como
bases la conciencia, la honestidad y la responsabilidad.
Después de reflexionar y
experimentar, aprendí que era cierto. La conciencia les permite reconocer y
dominar sus atributos espiritual, mental, emocional y su cuerpo físico. Con
esto, religarán con la dimensión espiritual amando a Dios, aprenderán sabiduría,
y con ella, unirán el corazón con la razón y cuidarán sus cuerpos físicos.
Además, aprenderán a amar a su prójimo como a sí mismos. La conciencia, los
acercará a sentir el verdadero mensaje del Maestro Jesucristo, aprendiendo
cosas que ningún ser humano, les enseñará. La honestidad, les enseñará a
experimentar vivir con la verdad y eso los hará libres. La responsabilidad, les
brindará el hábito de responder por sus actos y así, ser autónomos en su
proyecto de vida.
Al igual que todos los
padres que leen estas reflexiones, yo amo a mis hijos y quiero lo mejor para
ellos y por esta razón, como padre y colombiano, debo aportar a la invitación hecha
por el Presidente de Colombia, de conversar sobre el tema de la legalización de
las drogas. Con aciertos y errores, ahí voy aprendiendo a ser papá y siempre lo
estaré aprendiendo, y con este rol y la
convicción de que la conciencia, la honestidad y la responsabilidad, deben ser los principios de la actos, escribo estas
reflexiones sobre este tema, que no será la única, sino la primera, y por eso
esta reflexión está enumerada.
Según la Oficina contra la
Droga y el Delito de Naciones Unidas, encargada del Informe Mundial Sobre las Drogas
2012, (IMSD-12) las drogas de mayor
consumo a nivel mundial son la cannabis o marihuana (3,8% de la población),
estimulantes de tipo anfetaminico, excluido el éxtasis (0,75%), opio – heroína (0,4%)
y cocaína (0,35%) para un total del 5,3% de la población mundial. Indica además,
que entre el 10% y el 13% de los consumidores de estas drogas, tienen problemas
con la drogodependencia y trastornos relacionados con el consumo de drogas y 1
de cada 100 muertes de adultos, se debe al consumo de las mismas. Ellos
catalogan adultos a las personas entre los 15 y 64 años. Esto indica que el
0,689% de la población adulta tiene problemas de adicción y no quiero, como
ningún padre tampoco quiere, que alguno de nuestros hijos, sea el drogadicto entre 200
personas que puedan serlo. Quiero que haya cero drogadictos.
Dice el IMSD-12 que este
consumo se mantiene estable desde hace 5 años, es decir, no va en aumento. El
opio y la heroína se consume mayoritariamente en Asia y Europa, la cocaína en
EEUU, la marihuana en África y la anfetaminica en Asia. Esto me tranquiliza un
poco, dado que vivo en Colombia, el país que moralmente, tiene el derecho de
hablar sobre la legalización de las drogas, por encima de cualquier país, dado
que matamos 16.000 colombianos anualmente, por los problemas relacionados con
la lucha contra el narcotráfico, según datos de la Policía Nacional. Esto
incluye, la lucha entre las bandas que exportan droga.
La pandemia real está en la
mortandad que produce la adicción al cigarrillo. En Colombia, se mueren cerca
de 25.000 colombianos por año, es decir, 156,25% más de los que mueren por la
violencia de la guerra del narcotráfico. Y me pregunto, ¿Porqué no prohibimos
la comercialización del cigarrillo? ¿Porqué no tratamos de criminales a los que
producen este producto que mata y que le adicionan nicotina para que el mercado
sea más adictivo? ¿Qué decir del alcohol? ¿Cuántos enfermos del alcohol existen,
cuantos mueren y cuantas tragedias personales y familiares existen por esta
adicción al alcohol? Entre el cigarrillo y la lucha contra el narcotráfico y la
violencia que esto genera, se mueren por año 41.000 colombianos, es decir, un
lleno por año, del estadio Atanasio Girardot de la ciudad de Medellín. Y
creemos que somos más civilizados que el imperio romano con su sacrificio humano
en el coliseo.
A mis hijos les he enseñado
que lo principal en la vida, es la vida misma. Hay que vivir, vivir y vivir,
como expresión del mayor don que nos regala Dios. Les he enseñado con el
ejemplo, que aún en medio de las mayores dificultades, hay que amar a Dios, a
la vida y por consiguiente, a uno mismo. Les he enseñado que son seres
espirituales, que experimentan la vida física; que son almas eternas y que
siempre están unidas a la Consciencia Divina y por consiguiente al amor de
Dios. Que jamás deben sentirse culpables, aún con los errores de sus padres y
profesores, cuando por exceso de autoridad, los hagamos sentir así. Que estoy
muy orgulloso de ser su papá, y que su principal Padre / Madre, es Dios. Y
además, que son seres muy especiales y que nadie es igual a nadie y por
consiguiente, que tengan el valor y el amor, para ser libres de pensamiento,
palabra y acción.
Y mis hijos, de 11 y 15 años, me han
demostrado con testimonios de vida cotidiana y escolar, que se aman y se hacen
respetar; aún de algunos profesores poco amorosos y muy autoritarios, reflejo
de la mala educación de nuestro sistema educativo, que promueve el
autoritarismo, el dogma, el orden por miedo y no por amor, el automatismo, la
memorización y el conocimiento teórico, por encima de la experiencia sensorial,
que es la principal herramienta de aprendizaje. Predomina la prohibición a la
experiencia. Los educan a ser iguales y no promueven la diferencia ni mucho
menos, la tolerancia en la diferencia, y por eso, no hay concertación sino
obediencia, no hay conversación, reflexión ni análisis, sino memorización y repetición.
En la inmensa mayoría de los colegios públicos y privados de mi Colombia,
educan a nuestros hijos alineados, sentados detrás del otro por filas, viendo
la espalda de un profesor que determina que es la vida. No hay ambientes de
unidad, de círculos de amigos y compañeros que aprenden imaginando.
Por eso, tengo fe y
confianza en Dios y en ellos, que mis hijos no sean drogadictos. Confío, que la
conciencia, los haga libres. Libres de pensamiento, palabra y acción; libres de
los hábitos y las adicciones que atentan contra la vida, como la adicción a la
racionalidad o alguna droga.
Debo ser honesto con mis hijos
y por eso, no quiero tapar el sol con un dedo. Las drogas psicoactivas existen,
han existido y existirán. El opio, la coca, la marihuana, son plantas como
muchas otras, que han existido antes de que la Humanidad las conociera. Son
naturales y como enseño conciencia, les digo que no hay nada por fuera de Dios.
Dios es Todo y nada hay por fuera de él. Les enseño que la mata no mata, como
una publicidad que ponían a un niño a afirmar eso. Los usos del cáñamo son
enormes y la sanación mental por el uso medicinal de las plantas es conocida
por el sistema de salud actual, pero no es conveniente reconocerla, al fin de
cuentas, están sujetas a la industria farmacéutica, una de las dos más grandes
del mundo, al lado de las armas. ¿Qué pensamos de los drogodependientes de las
drogas farmacéuticas?
Mis hijos están en la edad
que debo conversar con ellos sobre la droga y desde mi experiencia, educarlos
sobre su consumo y la importancia vital de tener templanza y amor a Dios y a sí
mismos, para no ser adictos a ellas; también amor a los demás, para que con su
testimonio, no hacer adictos a otros. Ellos tendrán la libertad de consumirlas
o no, porque no puedo tapar el sol con un dedo y no puedo encerrar a mis hijos,
en una urna de cristal, a espaldas de la realidad. No puedo estar vigilándolos
cuando salgan con sus amigos, sus compañeros de colegio, sus vecinos, cuando
salga a la calle y vean a otros consumir cigarrillo, alcohol y droga. Por eso,
debo darles herramientas de vuelo para que vuelen alto y libres, con
conciencia, honestidad y responsabilidad. Y pido a Dios que me los proteja, y
que nunca caigan en ninguna adicción y si caen, que me les de sabiduría para
salir de ellas.
No creo en la educación del
miedo y por eso, no me gusta prohibir nada. Creo en la educación del amor y por
eso, me gusta la experiencia de la conciencia, la honestidad y la
responsabilidad. Mis hijos, no son míos, son de Dios y el les dio la vida y por
eso, solo quiero que aprendan a vivir. ¿Será que con tanta prohibición, mala
educación y pésimo ejemplo de los adultos, con nuestras guerras e
insostenibilidad ambiental e inequidad social y la falta de oportunidades, son
tan rebeldes y violentos nuestros hijos?
Gracias a Dios, por ahora,
mis hijos no son rebeldes ni violentos.
Creo que debemos trascender
la muerte y la adicción del cigarrillo, el alcohol y la droga. Y para eso, la
educación para la vida, y la legalización de las drogas, son de vital
importancia para una nueva realidad, construida en medio de la seguridad,
prosperidad y equidad social, con principios en el amor, la libertad y la paz.
“Hay
suficiente de todos para todos”, conversaba Dios con Neal, y
la legalización de las drogas, debe arrojar seguridad, prosperidad y equidad
social para todos los involucrados en este negocio que hoy es ilícito para las
leyes del hombre. Y también debe arrojar seguridad, prosperidad y equidad
social, para todas las víctimas, como son la inmensa mayoría de los colombianos
que vivimos en medio de la violencia y con miedo, por mandatos extraños de
países lejanos, que tienen otras agendas mundialistas, y que poco les importa
la matanza entre colombianos.
Presidente Santos, yo no
voté por usted pero voté y creo que el único sistema político y social que
puede promover el amor, la libertad y la paz, es el democrático. Lo felicito y
lo apoyo por el inicio de las conversaciones con la guerrilla, por tratar el
tema del narcotráfico y la legalización de las drogas, por conversar para la
construcción de la paz y por visitar y atender con sus palabras de sabiduría, a
nuestros hermanos Mamos, de la Sierra Nevada de Santa Marta.
Mi aporte como padre y
colombiano, son estas reflexiones que hoy empiezan sobre este tema de
legalización de las drogas. Yo soy un puente, soy visionario y enlazador de
mundos y por eso, utilizo este blog para tejer redes sociales. Invito a quienes
sientan que estas reflexiones pueden generar acción, conciencia colectiva, para
que me contacten y como director de la fundación Visión Planeta Azul, pongo mi
quehacer al servicio de la comunidad pública, empresarial y social, para que
construyamos un nuevo equilibrio de estos sectores, y con conciencia,
honestidad y responsabilidad, transformemos a Colombia en un país viable,
sostenible y sustentado en el desarrollo del ser humano. Podemos potenciarnos
ante el mundo; dando ejemplo, de cómo salimos de la oscuridad hacia la luz, en
forma autónoma, pensando y sintiendo como colombianos, con verdadera dignidad, de
cara al mundo.
Su amigo
ALARAMON
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