domingo, 6 de octubre de 2013

Si la avestruz aceptara, viviríamos en paz

Dicen por ahí que las avestruces meten la cabeza bajo la tierra cuando tienen miedo para no ver el peligro. No se como entrevistaron a la avestruz, el hecho, es que se ha utilizado esta metáfora, para cuando queremos representar, a una persona o una sociedad, que no acepta la dificultad y se hace el de la vista ciega.

Pues bien, para realizar nuestras transformaciones personales, sociales o mundiales, debemos aceptar la dificultad, mirarla de frente y transformarla. Negarla, es darle mayor poder del que tiene y debemos asumir las consecuencias. La responsabilidad de nuestras vidas es propia y la realidad exterior, es solo el espejo de nuestra realidad interna.

Esto es tan sútil, que movimiento como el de la NO VIOLENCIA, se han equivocado y las experiencias lo demuestran. Mahatma Ghandi, Martin Luther King, Guillermo Gaviria Correa, promotores de la NO VIOLENCIA, han sido asesinados. La razón, es que la palabra NO, niega una realidad, la elimina y por ende, alimenta la violencia; negar al otro, es declararle la guerra y ese es el campo preferido de los violentos. Es fomentar la eterna lucha entre el bien y el mal, es seguir comindo del fruto del árbol de la dualidad, de unos contra otros.

La violencia existe y aunque el que promueve la NO VIOLENCIA, sabe que existe, y la enfrenta, respondiendo a la violencia sin violencia, el NO es excluyente y declara de antemano dos bandos enfrentados: los violentos y los no violentos y sin darse cuenta, los no violentos, violentan a los violentos, por su señalamiento y exclusión.

Necesitamos reconocer la violencia y mirarla de frente y entrar a conversar y reconciliar, lo que la hace viviente.

"Bienaventurados los pacificadores, porque de ellos será el Reino de los Cielos." Los pacificadores reconocen la violencia y la pacifican, mediante procesos de intercambio de energía que sumen al objetivo de todos los involucrados, a través de la comunicación, la colaboración y la coordinación. Nadie es totalmente violento, nadie es totalmente falto de conciencia, falto de amor, falto de libertad y falto de paz.

Dejémonos de engañarnos a nosotros mismos: pobreza sin oportunidaes en una sociedad sin ética, genera violencia. La violencia es responsabilidad de todos y entre todos, la trascenderemos si damos solución a su génesis.


“El fenómeno de la violencia, como expresión extrema de los conflictos, tiene, sin duda, una raíz en la protuberante falla estructural de nuestra educación. Una educación que – salvo, claro está, las excepciones – menosprecia la formación del carácter y deja que se multiplique el germen de la destrucción, porque tolera la primacía de los impulsos internos y las circunstancias externas, al tiempo que fomenta el adormecimiento de la conciencia moral y de la voluntad individual, al permitir la ruptura inhumana de la dirección ética que – según el concepto aristotélico – debe orientar hacia la conquista de valores.[1]

¿Qué hace que un grupo de personas, tomen las armas, se salgan de la institucionalidad y de las leyes, y se conviertan en un grupo armado por fuera de la ley? ¿Qué pasión tienen ellos, que deberíamos aprender en el sector social, por aquellos como yo, que no queremos tomar las armas, pero que tampoco aceptamos, las leyes injustas que hacen, promueven y defienden, un poder público, que está pervertido y que ha construido, estos niveles de inequidad social y riesgo ambiental, promoviendo una economía sin ética? ¿Que hace el sector social para enderezar los postulados de la democracia y el Estado?

La indignación social es una realidad pero debe ser efectiva y eficiente, en la medida que sea pacífica pero contundente. La violencia trae más violencia y por ende, un líder que promueva la guerra contra los violentos, atenta contra la equidad social, dado que el presupuesto público, tendría un alto componente en armas, policía y ejército, y toda la tecnología e inteligencia militar que eso conlleva y todo ese billetico, deja de invertirse en educación con ética y equidad social.

No podemos confundir un país en paz, con un país en estado de sitio, al ver en nuestras calles y carreteras, policías y militares, armados hasta los dientes, cuidando a la sociedad. Y que conste, que policías y militares, solo estan cumpliendo las ordenes de su Comandante Superior, el Presidente.

Que bueno aprender de los errores y creo que el asesinato del Gobernador de Antioquia Guillermo Gaviria Correa, y su consejero de paz Gilberto Echeverri Mejía, por parte de las FARC, ante la respuesta de un operativo militar ordenado por el Presidente Uribe, es un ejemplo vivo de la necesidad de reconocer la génesis de la violencia entre nosotros y sentarnos a conversar entre todos. El alcalde Anibal Gaviria Correa, tiene un legado de su hermano asesinado por la violencia de unos y de otros. Aceptemos la violencia en nuestro país y en nuestra región y como dice su eslógan del Plan de Desarrollo 2012 - 2015, seamos "Todos Por la Vida" y enderezcamos el camino pervertido de un poder público corrupto, que ha creado leyes injustas, defendiendo una economía sin ética, ha promovido una educación que fomenta el adormecimiento de la conciencia moral y de la voluntad individual, al premiar el automatismo de la repetición y la memoria sobre la autonomía del ser humano y un poder social, que ora, vota y consume y por ende, tiene el verdadero poder espiritual, político y económico, pero que se ha adormecido y critica, pero no participa en las decisiones políticas y sociales a que tiene derecho.

Como dice Ghandi: "Cuando una ley es injusta, lo mejor es desobedecer" y lo dice un promotor de la NO VIOLENCIA.

Bienvenidos a Medellín, la ciudad más innovadora del mundo y por ende, la ciudad en la que puedes vivir la plenitud de tus derechos humanos, que sustentan el amor, la libertad y la paz, de nuestra cultura innovadora generada por cada innovador. Llamemos como es, lo que queremos que sea, aunque todavía no lo sea. La palabra es creadora y entre todos, podemos hacer que Medellín, sea esto.



>[1] “LA FORMACIÓN DELCARÁCTER A TRAVÉS DE LA HISTORIA” Roberto Montoya Sánchez. 1986.