Como
lo he escrito varias veces, decidí experimentar los principios de la educación
a los hijos, propuestos en el libro Conversaciones con Dios de Neal Donald
Walsh: conciencia, honestidad y responsabilidad. Y como creo, que los adultos
nos olvidamos de la experiencia del amor por dejar de ser niños, quiero
enfrentar este tema tan serio, como es la solución al mal, desde la perspectiva
de la educación a los hijos, propuesta por Dios.
La
conciencia es el reconocimiento y dominio de las dimensiones esenciales del
Ser: espíritu, mente, emociones y cuerpo físico. Somos seres espirituales y no
es una doctrina religiosa. La materia que vemos, incluyendo nuestro cuerpo
físico, es energía en vibración y por lo tanto, requiere de una “inteligencia”
que la mantenga en la forma en que la percibimos y le llamamos orden. Los
principios termodinámicos, nos enseñan que la energía tiende a su estado
natural, sin forma, es decir, el caos, la entropía. Por eso, nos han enseñado
en la religión, que de polvo somos y en polvo nos hemos de convertir.
Cuando
nos convertimos en polvo, esa ·”inteligencia” sigue viva y se llama el alma. Dice
una frase en la película Titanes: “Todas
las almas son eternas, solo las justas, son inmortales”. Nuestra educación
siempre nos ha enseñado que nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos; y
como aceptamos esta enseñanza como una verdad incuestionable, todos morimos,
dado que lo que creemos, lo creamos. Una sugerencia, cambia tus sistemas de
creencias, y te cambiará la vida. La educación nos ha enseñado a ser injustos y
por eso, somos mortales.
Somos
injustos porque comemos y nos saboreamos del fruto del árbol del bien y del mal
y por eso, arrancaron del Edén, el árbol de la vida.
La
justicia nace de la desarmonía que produce el mal en el bien y el pretender buscar
restablecer el equilibrio, castigando al mal. El hombre primitivo no tenía
problemas en matar a otro hombre, al tener que hacerlo por sobrevivencia (que pena, me da risa ver como seguimos de
primitivos). Una tribu tampoco tenía problemas de matar a otra tribu por
sobrevivir (me sigo sonriendo, de los
tribales que todavía somos). Y los imperios se formaron, matando en el
nombre del bien, al malo (¡hey!, no soy
comunista, aunque el imperio de la libertad y la democracia, me lo deberían
permitir y respetar o seguimos en la guerra fría). Las muertes en el nombre
de Dios, fueron por defender el bien y los malos como Giordano Bruno, entre otros,
fueron muertes justas. En las guerras, ambos contendientes son los buenos y a
la vez los malos, dependiendo de quién sea tu amigo. George Bush hizo la declaración de guerra a Irák diciendo: “Que Dios bendiga a nuestro país y a
todos quienes lo defienden”.
Aunque la inmensa mayoría de la
población mundial, es religiosa, y en su religión se prohíba matar, todos los
países tienen ejército y la población celebra cuando se mata al enemigo, por
hacernos el mal. El concepto de bien del hombre, justifica matar, aunque el
Dios a quién se adora, lo prohíba. Y elegimos democráticamente, a los líderes
políticos que nos garanticen protegernos, de todo mal, amen.
Y
lo curioso, es que el mal sobreabunda y el bien, cada vez es más escaso.
La
codicia justifica matar al mal.
El
egoísmo justifica matar al mal.
El
temor justifica matar al mal.
El
poder justifica matar a la conciencia.
Por
eso es que nuestros hijos nacen buenos y nosotros los hacemos malos. Quién te
hizo sentir culpable de algo, en el nombre del bien, te quito la inocencia ¿Cuántos
aman a su sexualidad, con la conciencia que ella es Divina? Pero a los
pervertidos sexuales, hay que matarlos porque son un peligro para la sociedad y
especialmente, para nuestros hijos.
Comer
del árbol del bien y del mal, es hacer justicia por nuestras manos. Trascender
el bien y el mal, es hacer justicia por nuestra conciencia. Como seres
espirituales que somos, Todos Somos Uno, y lo que definimos como mal, es solo
el espejo de una de nuestras sombras. Será entonces, ¿qué la solución al mal es
cortar nuestros penes y colocar cinturones de castidad a nuestras vaginas? ¿Qué
la solución es cortar nuestras manos y pies? ¿Qué la solución es sacarnos los
ojos? Entonces, que hacemos con nuestra mente, que le llegan tantas ideas
oscuras y que levante la mano quién no ha sentido el sentimiento de matar y
comer del muerto… ¿Qué le corten la cabeza? Si, ordenaría la Reina Roja de
Alicia en el País de las Maravillas.
La
razón de la cabezota de la Reina Roja nos está matando y con ella, el mal crece.
Si
la Humanidad se la ha pasado buscando la solución al mal, y ha matado tanto en
el nombre del bien, no será que es hora de empezar a pensar seriamente, como encontrar la solución al mal, sin tener que
matarnos. Porque quién mata, así sea en el nombre del bien, está mal (¿será que me acabo de comer un bocado del
fruto del bien y del mal?… me dejan tragarme este bocado.).
Yo
entro en proponer soluciones para no ser parte del problema (sigo comiendo, que vaina, es que es jodido,…¡bendito
sean los hábitos!).
No
hay mal que por bien no venga y no es porque lo diga el refrán popular, que
tampoco creo que la voz del pueblo es la voz de Dios, o si no, que lo diga
Bruno y su corte de hechiceros. La ley de polaridad es una ley universal. La
Humanidad viene de la oscuridad y va camino hacia la luz, por eso, aunque no
parezca, no estoy criticando al establecimiento, solo estoy siendo honesto y
ser honesto, es decir la verdad y es uno de los principios de la educación a
los niños, propuesto por Dios en sus famosas conversaciones con Neal (Dios no solo habla con los profetas del
evangelio ni solo con los pastores de las Iglesias, habla con quien quiere
hablar de corazón con él, y se dispone sin temores, aunque los psiquiatras digan
que no puedes oír voces, porque eres bipolar).
Si
no hablamos con la verdad, no vamos a aceptar lo que hemos hecho y por consiguiente,
no vamos a cambiar y seguiremos matando al mal, en el nombre del bien, para que
sobreabunde el mal.
Tenemos
que ser responsables, es decir, responder por lo que hacemos y como nadie puede
dar lo que no tiene, nuestros hijos deben ser muy responsables porque nosotros
enseñamos con nuestro testimonio, responsabilidad.
Conciencia,
honestidad y responsabilidad, es la base para la solución al mal.
El
mal es una enfermedad y tiene solución y no propiamente con la muerte.
Solo
hay dos caminos: el amor o el temor. Debemos aceptar que matar es una solución
del temor. Quién mata, teme. Hemos caminado por este sendero y es natural que
lo hayamos hecho. El homo sapiens, la actual Humanidad, tan solo lleva escasos 10.000
años sobre la Tierra, aunque haya existido otros homos millones de años atrás.
El homo sapiens, o el hombre (¡mujeres!,
no soy machista, solo que homo significa hombre), se debió de sentir con
temor en medio de una naturaleza exuberante para él. Y su primer nivel de
desarrollo fue la sobrevivencia individual y de ahí, ejerció la experiencia del
ego, la sensación de estar separado del otro.
Y
desde la conciencia, el ego es la fuerza que hace desprender al alma de la
Unidad del Todo, es decir, de la Consciencia Divina o si quieres llamarla Dios,
o Alá, o Krishna, o los tantos nombres que la Humanidad le ha dado a ese
recuerdo Divino, de donde proviene el alma y adonde debe regresar, convertido
en Dios, y por eso, Jesucristo dijo: “sois
dioses” o “yo y mi Padre, somos Uno” pero
también nosotros, porque cosas aún mayores a las que Jesús hizo, podemos hacer.
El problema es que no creemos, porque nos enseñaron que nacimos malos, en
pecado Divino, por culpa de nuestros Padres primigenios, que comieron del árbol
del bien y del mal. Y la verdad, es que nuestros padres eran temerosos,
comieron del árbol del conocimiento, porque apenas estaban conociendo este
Planeta. No me quiero imaginar solos y perdidos en una selva, …, nos cagamos
del miedo. El Planeta Tierra era una selva y nuestros padres tenían miedo y con
ese temor hemos avanzado hasta conquistar lo que hemos conquistado y solo nos
falta conquistar el miedo y trascenderlo hacia el amor.
Hemos
practicado el hábito del temor, de gen-eración en gen-eración, viene impregnado
en nuestros genes y a eso se le llama… el mal.
Todos
tenemos sombras, todos tenemos luces. Por cada sombra, entonces, ¿debemos
suicidarnos? Cada sombra, hay que reconocerla, aceptarla y transmutarla, es
decir, cambiar la energía del temor en
la energía del amor y como la energía es solo energía, debemos pasar del miedo
al amor, en nuestras conciencias, para que le demos orden a este caos, que
hemos creado y que es insostenible, y que viva Einstein, que gracias a él, podemos
decir, que lo afirmado aquí no es credo, es ciencia aplicada, es decir, es
conciencia.
Por
temor, algunos colombianos no quieren los diálogos de paz.
Por
temor, algunos colombianos no quieren los diálogos con las BACRIM, ni con los
combos, ni hablar de legalización de la droga, so pena a un castigo económico de
los norteamericanos o el temor que los hijos se les droguen, así les encante el
trago y fumar.
Conciencia,
honestidad y responsabilidad.
Por
temor, guardamos riqueza a costa de perder prosperidad, porque riqueza sin
seguridad ni libertad, es una gran pobreza. Y al guardarla, construimos
inequidad social.
Por
temor, no nos comunicamos con el espíritu, sino que preferimos que los pastores
nos cuenten que hablaron y nos perdemos que nos enseñen directamente del Reino
Divino, cosas que ningún homo nos puede enseñar.
Por
temor, estamos enfermos, emocional y mentalmente y el sistema endocrino nos
pasa la factura y con ella, la muerte. Por temor, el sistema de salud, cura,
pero no sana, o ¿qué tal que todos aprendiéramos a sanarnos emocional y
mentalmente? Habría muchos médicos en la calle y una industria farmacéutica con
sus bolsillos vacíos, entonces ¿quién es bueno y quién es malo?
Un abrazo
ALARAMON
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