No soy escritor profesional ni he
realizado estudios relacionados con escribir, pero la imaginación me está
saliendo por borbotones y ya no puedo pararla, pues se me desborda en escenas
teatrales callejeras o domésticas, donde soy el guionista, el actor y para mi
público, el loco.
Yo soy loco. Lo acepto.
La lo-cura, cura al de-mente.
Estoy observando un mundo de-mente y quiero que la lo-cura, lo cure. La Programación
Neurolingüística y todos aquellos que saben del poder de las palabras, me dan
la razón. Mi co-razón me hace sentir que la locura que hay en él, debe sanar la
razón que nos impregna en todo lado. El loco mora en su co-razón y el demente,
en su razón. Una razón generalmente educada desde antes de nacer, en un programa
educativo global, que desea graduarnos como autómatas al servicio de la rutina
del modelo de desarrollo con base en el crecimiento económico.
Que yo conozca, hay seis personas
que las han educado de la misma manera que a mí: yo, tu, el, nosotros, vosotros
y ellos. Nos han educado para TENER y que por añadidura vendrá el SER. Los
hechos gritan que como vamos, la inmensa mayoría no va a TENER ni tampoco va
poder SER. Entonces, he tomado la decisión de acudir a la locura de mi SER y
sentarme en su trono del corazón y sanarme y para ello, voy a canalizarla,
escribiendo mis locuras que se me pasan por la imaginación.
He leído dos noticias que me han “tocado”:
las muertes por paros cardíacos de dos cuarentones colombianos, bogotanos, que para
mí, fueron víctimas de este sistema: el periodista Alejandro Nieto y el
motociclista Santiago Villa. Este par de espejos, me hicieron sentir que era
necesario escribir y contar como se vive sintiendo el corazón y pensar con la
razón. El puente entre los dos es la palabra y por eso, debemos expresar y
hacer lo que sentimos, para dejar de tener fallas en nuestros corazones.
Voy a escribir este libro, bajo
la modalidad de “columnas”, de 555 palabras, incluye esta introducción, cada
una ligada a la otra, y tendré varios amigos, entre ellos algunos imaginarios,
seres inmortales, que se irán descubriendo en su momento justo y que me hablan
con escritos suyos que han trascendido la muerte. Uno de ellos es mi amigo Albert
Einstein, que cuando le pregunte ¿Qué
opinaba sobre este libro?, me contesto: "La mente
es como un paracaídas… Solo funciona si la tenemos abierta".
"La imaginación es más importante que el
conocimiento".
Este libro se llama EL VALLE AZUL, es un viaje en el tiempo,
donde pasado, presente y futuro se mezclan en un A-HORA. Se trata de una
leyenda que se transmitió de voz en voz, a partir de la segunda década del
siglo XXI, y que cuenta como al final de la cordillera de los Andes, en el
norte de América del Sur, hay un valle atravesado por el hermoso río Aburrá, habitado
por seres azules, que aprendieron amar la vida y convivir en libertad,
experimentando la paz que siempre había buscado la Humanidad. Los llamaban paisas
y estaban en todas partes del mundo. Hicieron de su himno una verdad y no un
canto a la bandera antioqueña:
¡Oh
libertad que perfumas
las montañas de mi tierra
deja que aspiren mis hijos
tus olorosas esencias!
las montañas de mi tierra
deja que aspiren mis hijos
tus olorosas esencias!